Las plumas de oca y cálamo fueron las primeras que se usaron para escribir en papiro, pergamino y posteriormente en papel. Multitud de páginas creadas mojando la pluma en el tintero, previniendo el goteo y los borrones y afilando continuamente la punta.

Las más resistentes eran las primeras plumas desechadas por las aves en su muda anual. Las barbas de las plumas se despojan de forma total y el corte de la punta se realiza en ángulo, con cortaplumas y se renueva a medida que se pierde el filo.

Evolución

A finales del siglo XIX, Waterman patentó una estilográfica con un depósito de tinta que la conducía hacia la plumilla mediante un alimentador que permitía su distribución uniforme por el papel.  Es el precedente de las estilográficas, o plumas, utilizadas en nuestros días.

Los métodos artesanales abrieron el camino de la explotación científica que vino después. La tinta permanece dentro del depósito, por la presión atmosférica, y alimenta el plumín por capilaridad. El plumín de oro con punta de iridio, y la ebonita para la manufactura del cuerpo fueron las invenciones que permitieron la popularidad de las plumas estilográficas.

Utilización y conservación

Las estilográficas requieren menos presión manual al escribir que los bolígrafos, por lo tanto, provocan menor fatiga física y permiten sesiones más largas de escritura. Por su sistema de distribución de la tinta y características principales, encontramos plumas de cartucho, de émbolo y de convertidor como las más habituales.

El uso de una estilográfica a la hora de dibujar implica tener la flexibilidad de poder elegir la tinta que queramos. Cada tinta tiene propiedades distintas y particulares que deberemos tener en cuenta para el correcto desarrollo de nuestro trabajo. Una vez que nos familiaricemos con esta antigua y nueva forma de escribir, terminemos desarrollando un interés que bien puede acabar en apasionada afición.

Para conservar la pluma estilográfica en buen estado es conveniente tener en cuenta el tiempo que la pluma va a estar en uso y el que va a permanecer “parada”. Los fabricantes recomiendan que, para períodos breves (hasta dos semanas) se debe guardar la pluma en posición vertical con el plumín hacia arriba. Dejarla en posición horizontal, haría que la tinta quedara en contacto con el alimentador y saturarlo, llegando a crear daños en el capuchón.

Es muy importante, para su óptima conservación, la forma de guardar la pluma. Lo mejor es su propio estuche y debe proteger del sol, la humedad, los golpes y los arañazos.

Si tenemos varias estilográficas, lo lógico es elegir una para usar durante un tiempo y guardar las demás perfectamente limpias para irlas rotando de vez en cuando y lucirlas según la ocasión.

Para limpiarlas, lo primero es vaciar la tinta (retirando el cartucho o descargando el émbolo) y ponerlas en remojo con agua tibia, secarlas con papel absorbente y repasar la carcasa con un paño de microfibra. Este proceso puede llevar entre dos horas y dos días.

Encontrarás una gran variedad de plumas estilográficas en OTRONO.

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