De una uva buena puede hacerse un vino bueno o malo, pero de una mala uva nunca se hará buen vino. Partiendo de esta afirmación podemos entender la importancia que tiene la calidad de la uva por ser la protagonista en todo proceso vinícola.
Es importante destacar que la principal diferencia entre un vino de calidad y otro de excelente calidad está en el balance global del análisis organoléptico. Estructura, persistencia, equilibrio o elegancia son algunos de los aspectos que se valoran en las catas y que dependen fundamentalmente de la calidad que tiene la uva.
Tipo de vino
El concepto de calidad de la uva no es igual para un vino blanco, rosado, tinto o espumoso. Es decir, una uva de mala calidad para uno puede ser de excelente calidad para otro según el tipo de elaboración. Por lo tanto, se trata de una cuestión bastante subjetiva y compleja.
Uva sana
Los racimos deben estar libres de enfermedades y plagas para evitar uvas contaminadas que no podrían dar lugar a una producción de alta calidad.
Uva madura
Para conseguir un vino de calidad la uva debe tener un nivel de maduración tecnológica o de la pulpa adecuado (azúcares y acidez). Actualmente existen técnicas para calcular el momento exacto en el que la uva alcanza el nivel óptimo de madurez. En cuanto a la maduración fenólica es más difícil de alcanzar teniendo que prestar especial atención a las características del viñedo.
Variedad
Existen muchos tipos de uvas capaces de dar vinos de alta calidad, pero es cierto que hay unas más demandadas y cotizadas por adaptarse a determinadas regiones y tierras que otras. En OTRONO disponemos de una gran selección de vinos entre los que se encuentran ediciones limitadas.
Fuente: Vinetur